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Chancay: el giro chino de América Latina

El puerto de Chancay, financiado por China, moderniza el comercio en Perú y cambia el equilibrio geopolítico en América Latina.

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Un puerto gigante cerca de Lima

A menos de 80 kilómetros de la capital peruana, el puerto de Chancay simboliza la entrada de China en el comercio marítimo estratégico de Sudamérica. Con un presupuesto de más de 3.500 millones de dólares, este proyecto enorme está financiado mayoritariamente por la empresa china COSCO SHIPPING Ports, que posede el 60 % del puerto.

El proyecto incluye cuatro muelles capaces de recibir los portacontenedores más grandes del mundo. También cuenta con grúas automatizadas, tecnología 5G y funcionamiento continuo, las 24 horas del día.

Diseñado como un centro logístico moderno, Chancay promete mejorar el comercio entre América Latina y Asia. Reducirá en 10 días el tiempo de transporte hacia China. Gracias a sus conexiones por carretera y ferrocarril, debería también descongestionar los puertos actuales y dinamizar la economía nacional. Perú, Brasil, Chile y Colombia ya muestran interés en esta infraestructura, que podría convertirse en un punto clave regional.

Pero detrás de esta vitrina tecnológica, se juega también una partida más grande, con consecuencias geopolíticas sensibles.

China se instala de forma duradera en el corazón de la economía peruana

Con el puerto de Chancay, China no solo invierte en infraestructuras. También desarrolla una estrategia de presencia a largo plazo en territorio peruano.

COSCO no es una empresa privada cualquiera. Es un gigante marítimo controlado por el Estado chino. Está presente en más de 160 países. En 2016, la misma empresa tomó el control del puerto del Pireo en Grecia, después de haber construido el de Hambantota en Sri Lanka. En este último caso, la incapacidad del país para pagar su deuda llevó a una concesión de 99 años a favor de China.

Actualmente, Pekín es el primer socio comercial de Perú. Durante 2022, el comercio bilateral alcanzó los 23 mil millones de dólares. Las exportaciones chinas son principalmente productos tecnológicos y de alto valor. En cambio, Perú exporta materias primas: cobre, minerales, productos agrícolas. Esta asimetría refuerza una dependencia estructural. Y ahora, China también controla las rutas de salida de estos productos.

Soberanía económica: ¿un socio desequilibrado?

A primera vista, la llegada de un socio extranjero parece beneficiosa para un país que busca crecer. Pero en el caso de Chancay, los términos del acuerdo generan dudas.

Con el 60 % del control del puerto, China posee una infraestructura clave para el comercio exterior de Perú. Esta situación pone en duda la capacidad del país para decidir solo sobre su política comercial, industrial y territorial.

La estructura misma del comercio es desigual. China exporta tecnología avanzada, mientras que Perú sigue en su papel tradicional de proveedor de materias primas. Este patrón, que recuerda a las lógicas coloniales, ahora se fija en infraestructuras estratégicas. A veces, incluso fuera del control del Estado peruano.

Otro tema importante es la seguridad. A largo plazo, algunos se preguntan si China podría establecer una presencia logística o militar en la región. Un ejemplo: la base china en Yibuti. Al reforzar su presencia física en la costa pacífica de América del Sur, China cambia también el equilibrio geopolítico en una zona tradicionalmente bajo influencia de Estados Unidos.

Resistencias locales y tensiones sociales

A pesar de las promesas de desarrollo, no toda la población recibe el puerto de Chancay con entusiasmo.

La ciudad ya ha ganado más de 10.000 habitantes en pocos meses. Esto ha provocado una gran presión sobre los recursos, especialmente el acceso al agua potable. Cerca del 30 % de los habitantes aún no tiene acceso regular a este servicio esencial. Los residentes denuncian casos de expropiación, desplazamientos forzados y un aumento fuerte del precio del metro cuadrado: de 2 a 40 dólares.

El resultado: los pequeños pescadores, que antes eran mayoría en Chancay, ahora están marginados. No pueden competir con los inversores atraídos por este nuevo polo logístico.

Las promesas de crear más de 8.000 empleos no calman las preocupaciones. Muchos temen un modelo de desarrollo a dos velocidades. Los beneficios se irían al extranjero, mientras que los problemas – contaminación, precariedad, presión sobre el suelo – quedarían en el lugar.

¿Europa o China? Un posible cambio de alianzas

La apertura del puerto de Chancay podría acelerar el cambio geopolítico de América Latina. Hasta ahora, la región miraba hacia Europa, sobre todo gracias al acuerdo UE-Mercosur. Pero ahora observa a Asia, donde la demanda de cobre, litio y productos agrícolas sigue siendo fuerte.

El puerto ofrece a Perú – y a países vecinos como Brasil – una nueva salida hacia el Pacífico y el mercado chino. Pekín propone asociaciones concretas, financiación rápida y una visión a largo plazo.

La Unión Europea, en comparación, tiene dificultades para competir. Si quiere conservar su influencia económica, deberá ir más allá de los acuerdos arancelarios. También tendrá que invertir en el desarrollo de infraestructuras locales.

Finalmente, este puerto puede verse como una provocación en la rivalidad entre China y Estados Unidos. Con inversiones masivas en lo que Washington considera históricamente su “patio trasero”, China cuestiona más de un siglo de dominación estadounidense en América Latina. Estados Unidos, aunque callado por ahora, sigue de cerca la evolución de Chancay. Este puerto simboliza un mundo multipolar que ya está en marcha, cambiando los equilibrios tradicionales.

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