Rodrigo Paz Pereira y Jorge Quiroga Ramírez en cabeza de las elecciones presidenciales
La primera vuelta de las elecciones presidenciales en Bolivia, celebrada el 17 de agosto de 2025, cambió todos los pronósticos. El senador demócrata-cristiano Rodrigo Paz, hasta ahora visto como un candidato secundario, obtuvo el 32,1% de los votos. Superó al expresidente Jorge “Tuto” Quiroga, que consiguió el 26,8%. Este duelo inesperado deja fuera, por primera vez en veinte años, a cualquier candidato de izquierda en una segunda vuelta presidencial.
Rodrigo Paz, de 57 años, es hijo del expresidente Jaime Paz Zamora. Construyó su reputación en Tarija, su región de origen, donde fue alcalde y después senador. Su ascenso político empezó con apenas un 2% en las encuestas al inicio de la campaña. Se explica por un discurso pragmático y moderado. Se presenta como la voz de las clases medias y populares cansadas de los extremos. Promete un “capitalismo para todos”, basado en una reforma fiscal y en un acceso más amplio al crédito.
Jorge Quiroga, de 65 años, fue vicepresidente de Hugo Banzer Suárez y presidente de transición entre 2001 y 2002. Representa a una derecha más dura. Ingeniero y exdirectivo de IBM, defiende la apertura económica, la firma de nuevos acuerdos comerciales y la privatización de empresas públicas deficitarias. Su 26,8% de votos refleja una base conservadora sólida y también su imagen de político experimentado. La competencia para la segunda vuelta, prevista el 19 de octubre, será muy ajustada. Ambos buscan ahora atraer al electorado de centro.
Una izquierda dividida y castigada por la crisis económica
El golpe es fuerte para el Movimiento al Socialismo (MAS), partido dominante desde 2006. El presidente saliente Luis Arce, criticado por su gestión de la economía, renunció a presentarse otra vez. Pero su partido no logró recuperarse. Eduardo del Castillo, candidato oficial del MAS, obtuvo solo el 3,1% de los votos, casi desapareciendo del panorama político. Andrónico Rodríguez, presidente del Senado y durante mucho tiempo considerado el heredero de Evo Morales, no superó el 8,2%.
La derrota se explica por la crisis económica y también por las divisiones internas. Desde 2017, la caída de los ingresos del gas debilitó el modelo socialista. La inflación llegó cerca del 25%. Hubo escasez de combustible y de dólares. Las reservas de divisas se hundieron y las subvenciones se volvieron insostenibles. El gobierno de Arce siguió financiando con crédito un sistema de ayudas imposible de mantener. Esto aumentó la pérdida de confianza.
A esto se sumó el conflicto abierto entre Evo Morales y su antiguo aliado Luis Arce. Morales, que no pudo ser candidato después de tres mandatos, está acusado en un caso de carácter privado que él rechaza. Durante la campaña pidió votar nulo. Esta consigna atrajo a casi el 19% de los electores, unos 1,2 millones de votos. Esa estrategia debilitó aún más a la izquierda. El resultado es claro: en el Parlamento, el MAS conserva solo un diputado de 130. Además, pierde totalmente su representación en el Senado.
Un país que mira al cambio después de veinte años de socialismo
Para muchos bolivianos, la elección representa sobre todo una voluntad de pasar página. La caída de los ingresos del gas y del petróleo, el aumento del desempleo y la subida de los precios han creado una expectativa de ruptura. Rodrigo Paz supo captar este mensaje, presentándose como una alternativa ni muy radical ni muy conservadora. En cambio, Quiroga apuesta por un discurso más liberal y anti-MAS.
El apoyo inmediato de Samuel Doria Medina (20% de los votos, tercero en la elección) a Rodrigo Paz refuerza su posición para la segunda vuelta. Doria Medina, empresario y candidato derrotado en cuatro ocasiones, reconoció su fracaso pero llamó a apoyar “la opción del cambio”. Si Paz consigue atraer a los votantes del centro y parte del voto de protesta, podría obtener una legitimidad suficiente para gobernar.
La elección también transformó el panorama parlamentario. El Partido Demócrata Cristiano de Paz se convierte en la primera fuerza en el Senado con 15 escaños, delante de los 12 de la coalición Libre de Quiroga. La izquierda, en cambio, desaparece de la cámara alta. Esta recomposición muestra un cambio ideológico profundo, pero también una fragmentación que hará más difícil la tarea del futuro presidente.
Una segunda vuelta decisiva para el futuro político de Bolivia
La segunda vuelta del 19 de octubre será decisiva. No solo para la orientación política del país, sino también para su modelo económico.
Los dos finalistas proponen reformas similares: reducción de los subsidios a los combustibles, alivio fiscal y apertura a la inversión extranjera. Pero su estilo es diferente. Paz quiere ser un líder moderado y de unidad. Quiroga, en cambio, defiende un discurso de ruptura radical.
El desafío será enorme para el futuro presidente. Eliminar los subsidios y reformar la economía en profundidad puede generar resistencias sociales. Millones de ciudadanos dependen de las ayudas públicas y de los programas sociales creados por la izquierda.
Pase lo que pase en octubre, Bolivia ha entrado en una nueva era. Es la era del pos-MAS, marcada por la incertidumbre, la recomposición de alianzas y una redefinición de su modelo de desarrollo.